En principio cada entrenad@r tiene su ideario baloncestístico: algunos destacan por su trabajo sobre la técnica individual, podríamos catalogarlos como entrenadores de fundamentos; otros destacan sobre el trabajo táctico, el juego en equipo ofensivo; los hay que ahondan en el trabajo defensivo, y así continuaríamos con el ideario del contra-ataque, etc.
En los equipos de formación, tiene de haber un único ideario: mejorar la cualidades individuales de todos los jugadores que entrenamos, no sólo de unos cuantos, buscar el objetivo del resultado a través de la mejora del jugad@r, y no de la táctica.
Debemos formar en el conocimiento del juego: cómo se hacen las cosas, por qué ocurren, por qué se hacen de una determinada manera y no de otra, etc. Poner las capacidades técnicas del jugad@r al desarrollo táctico del equipo.
Cuando el discurso desde el primer día de la pretemporada es ganar un campeonato o ir a una final a cuatro en el mes de mayo… Evidentemente que hay clubes que pueden y quieren conseguir estos resultados, es totalmente lícito, pero siempre he pensado que las temporadas son muy largas y duras, y cuando el discurso para que los jugadores trabajen es el resultado del marcador, ¿qué pasa cuando en el mes de diciembre, enero o febrero, el equipo no podrá conseguir aquel objetivo que fijamos en el mes de agosto?
Las personas/jugadores para esforzarnos necesitamos un horizonte, un objetivo; creo que la mejor gasolina del esfuerzo es la ilusión en el progresar, la sensación que serás compensado por el entrenador, que creceré como jugad@r, por lo tanto, para garantizarlo es clave: la meritocracia.
I’M AFRAID TO JUMP: JUMP!!!