” Nunca diga a los demás cómo tienen que hacer las cosas.Dígales lo que tienen que hacer y le sorprenderán “.
La obligación de un entrenador de formación, es facilitar la expansión del potencial que pueda tener una jugadora.
Desafortunadamente, cada vez hay más entrenadores que limitan el comportamiento de las jugadoras.
La inteligencia táctica individual y colectiva se aniquila frecuentemente en la medida en que las situaciones pedagógicas propuestas, son interpretadas primordialmente como finalidades, y no como medios de expresión de las habilidades técnico/tácticas de la jugadora o del equipo.
Debemos poner énfasis en el proceso, con la finalidad de mejorar el resultado de la actividad de la jugadora.
Por tanto, el entrenamiento consistirá en el hecho que la jugadoras tomen decisiones.No se trata de repetir como robots unas acciones, sino entender el por qué de cada una de ellas, qué finalidad tiene su realización.
Son las jugadoras las verdaderas creadoras en la evolución de la técnica individual, y son ellas las que suben el nivel del juego, y no los sistemas del entrenador de turno.
Para que haya innovación y mejora, la jugadora debe saber pensar, y saber actuar de acuerdo con la forma que se piensa.Ya que, pensar es fácil, cuando se debe actuar es difícil, pero actuar como se piensa, es más difícil.
Si queremos cambiar un comportamiento de una jugadora, debemos cambiar el marco de referencia del sistema de trabajo o el entorno donde el sistema funciona.
La jugadora debe asumir riesgos, estos existen cuando se lleva la iniciativa, se es proactiva y no reactiva.
El entrenador debe dotar a la jugadora de un fundamentos ofensivos y defensivos, que reduzcan los riesgos al mínimo y potencien las virtudes al máximo.
Necesitamos más formadores, y no entrenadores que limitan.
” Los mejores maestros son aquellos que enseñan donde has de mirar, pero no donde has de ver “.