Soy de los que está convencido, que cuando un equipo, un jugador entrenan con pasión, siempre recoge sus frutos, me quedo con la frase: a veces no conseguimos lo que queremos pero obtenemos lo que necesitamos.
No es fácil realizar en una temporada 156 entrenamientos de pista, a parte del trabajo físico, siempre entrenando de manera excepcional. El otro día repasando entrenamientos de temporadas anteriores, estuve leyendo los entrenamientos realizados por un equipo que entrenamos en Categoría Junior Masculino Preferente.
Una temporada que empezó el día 1 de agosto para preparar las fases de acceso a la categoría, se ganaron, y posteriormente se accedió a jugar en la Categoría Preferente A. Entrenábamos 4 días a la semana si se jugaba el sábado y 5 si lo hacíamos, domingo. Ellos siempre entrenaban muy bien: exigencia, competividad, sufrimiento, creencia, diversión, complicidad, motivación, ambición para mejorar, ayudárse unos a los otros, compañerismo,…la frase típica al finalizar el entrenamiento de 1h. 30m. de pista: “¿ya ha finalizado el entreno?”
Tenían pasión, cada entrenamiento nos ayudábamos a crecer, siempre querían más. Ellos decían que éramos una familia: divertirnos juntos, sufrir juntos, entrenar y jugar juntos. Finalizar entrenamientos emocionados, sí, emocionados, es la palabra, por lo que eran capaces de transmitir cuando los veías, para mí, era la máxima expresión por lo que haces, pero sobre todo por cómo lo haces.
Cuando entraban en la pista, el primer bote, el primer pase, la primera defensa, el primer tiro, el primer rebote era la máxima expresión de lo que era aquel equipo, que se convirtió en una família: fuimos cañas y barro.
“Creía a ciegas en el valor de lo que quiso hacer y esperaba que los más próximos creyeran con la misma intensidad en el valor de sus propios trabajos.” Rick Tetzeli.
I’M AFRAID TO JUMP: JUMP!!!