El hambre proviene de la educación que se le da en casa, de los padres.Es un error el típico comentario que está al orden del día: ” es que hoy en día son así “.
Personalmente, creo que de la competividad sale la mejora continua en cualquier ámbito de la vida, y de esta mejora fluye el talento, y así, surgen jugadores competitivos, con carácter.
Hay jugadores que viven acomodados en sus equipos, entre otras cosas, debido a la poca meritocracia existente en su entorno.
Después llega el entrenador que es exigente en el trabajo diario, y se encuentra con jugadores que no son disciplinados en las tareas propuestas.
No es fácil ser disciplinado, en el cómo hacemos las cosas, no se trata de hacerlas cuando nos apetece, sino continuamente, y así adquirirán el hábito de no conformarse, de querer mejorar.
El deseo de mejorar se retroalimenta, y a la inversa, cuando se tiene una mentalidad de servicios mínimos, también se contagia, y se transmite al resto.
Los padres deben ejercer de primeros transmisores de los valores, y a continuación los entrenadores.
Es una cuestión de mentalidad, esforzarse cada día para progresar, pugnar por progresar y obligarse a superar obstáculos.
Para crear esta mentalidad de “hambre” tiene mucho que ver el papel del entrenador, secundado por los padres.
Si el entorno tiene una función realmente pedagógica, influirá mucho en la mentalidad de los jugadores, a través de una exigencia extrema.
En caso contrario, vivirán en la excusa permanente del que la culpa es del otro, del que no me entienden, de que esto es un juego y están para pasárselo bien etc.
Quiero jugadores que trabajen y con carácter, que compitan dentro de un equipo.Evidentemente, depende de cada persona, de lo que le gusta, del qué quiere realmente.
Del hambre sale la mejora, si quieres comer tienes que espabilar, no esperes que nadie te regale nada.
I’m afraid to jump: jump !!!