” La enseñanza entorpece la capacidad natural e innata del aprendizaje “.
El juego en la calle o antes de los entrenamientos se ha perdido, ha dejado de existir. Todo tiene sus consecuencias: no veo jugadores diferentes, aquellos que viéndolos podíamos observar un punto diferencial sobre los otros.
El entrenador lo quiere tener todo controlado, aplicando su método de trabajo, sus estadísticas y todos los números que hagan falta para sentirse que está formando a grandes jugadores.
Me pregunto: ¿ cómo aprendimos a caminar ?, ¿ nos enseñaron nuestros padres ?.
Si queremos formar jugadores distintos, debemos replantearnos la manera en que enseñamos e instruimos.
Antes el jugador jugaba sus partidos, su uno contra uno, sin que estuviera el entrenador indicándole de manera académica, el cómo tenía que hacer las cosas, esto ya lo tenía después en los entrenamientos del equipo.
Decirle continuamente al jugador qué ha de hacer niega la capacidad de decisión, incapacita, limita el potencial y puede llevar a la desmotivación.
Aprendemos a caminar, cayendo solos y volviéndonos a levantar, y así sucesivamente, en base a la experiencia que vamos teniendo aprendemos a caminar.
En ocasiones, con los padres a nuestro lado, para ayudarnos a volver a intentarlo. Hay padres que solamente observan cuando el hijo cae y se levanta solo, y otros que ante la caída, levantan a sus hijos.
El miedo a que se haga daño lleva a estar encima del hijo, y si cuando cae enseguida lo ayudamos a levantarse, el niño cuando caiga se queda mirando a los padres para que lo ayuden a ponerse de pie.
Inconscientemente estamos inhibiendo la capacidad de asumir riegos y bloquear su capacidad de decisión, esto mismo pasará con el miedo al error o la culpa cuando estén jugando.
Finalmente, la prioridad del entrenador debe ser el desarrollo de las capacidades de los jugadores, su enseñanza; en lugar de pensar exclusivamente en el resultado del fin de semana.