” El cerebro de los bebés es como una libreta con todas las páginas en blanco, y el proceso de aprendizaje consiste en ir escribiendo los conocimientos “.
La influencia que tiene un entrenador en el proceso de aprendizaje de una jugadora es mayor de lo que parece, tanto para lo bueno como lo no tan bueno.
Los entrenadores debemos trabajar en la evolución de la jugadora generando un entorno adecuado, en el que se facilite el aprendizaje, y vaya anotando en la libreta.
Es necesario recordar que la capacidad de aprendizaje es mayor cuando uno es un niño que cuando somos adultos.
Hay demasiados entrenadores que solo piensan en ellos mismos, en ganar de cualquier manera, sin tener en cuenta la especial sensibilidad de las diferentes edades.
Tratar a una jugadora de 12 años como si tuviera 20 es un error gravísimo, que puede perjudicar a la persona en un futuro, no olvidemos que primero son personas y después jugadoras.
Consentir que una jugadora haga lo que le viene en gana, que no acepte que cuando una cosa está mal, debemos decírselo, al igual que cuando está bien.
Lo que aprenda una jugadora en edades formativas determinará como será cuando juegue en un equipo sénior, si antes no ha dejado la práctica del baloncesto.
Las personas que tienen la responsabilidad de trabajar con jugadoras en edades formativas, deben saber que cada experiencia, pensamiento y aprendizaje, provocan cambios.
El entrenador debería inculcar una actitud de: trabajar duro, fijarse metas, anticiparse, no aceptar negativas, ser considerada, disciplinada y entender que el momento lo es todo.
Crear en la jugadora una motivación para aprender basada en una ética de trabajo, capacidad de concentración, que la jugadora aprenda a competir ( hacer frente a la competencia ) y a mantener el respeto.
Dejar que la jugadora experimente por ella misma, y el entrenador que sea un facilitador del proceso de prueba, error y corrección.
A mejores conocimientos adquiera la jugadora, tendrá una libreta más útil.