Cuando los entrenadores trabajamos para que la jugadora aprenda una nueva habilidad técnica, es transcendente tener en cuenta las emociones de la misma.
El aprendizaje de una habilidad técnica lleva implícita el aprendizaje de la habilidad física.
El cuerpo y la mente están interrelacionados.La mayoría de los pensamientos conllevan una emoción; por lo tanto, todas la emociones se reflejan en el cuerpo, y las sensaciones corporales suelen suscitar pensamientos.
El flow se genera cuando la jugadora tiene conciencia corporal de su cuerpo.A más y mejor conciencia corporal del cuerpo, aumentará la eficiencia del mismo, lo que a su vez mejora la técnica.
A la hora de evaluar el proceso de aprendizaje de una habilidad técnica, debemos de ser conscientes que no podemos desligarlo de los pensamientos y las actitudes de la jugadora.
Las personas llevamos con nosotras, y a veces desde edades muy tempranas, unas creencias que inciden en el aprendizaje de una habilidad.
Por lo tanto, los entrenadores necesitamos tener la capacidad de adoptar una metodología que sea producto del desarrollo personal, y abandonar el antiguo paradigma del miedo en aras de otro de confianza.
Existen muchas dimensiones del desarrollo humano: cognitiva, moral, social, psicológica etc.; y no necesariamente crecemos al mismo ritmo en todas ellas.
Evolucionar hacia una nueva forma de aprendizaje siempre es un proceso muy personal, único, y necesitamos crearlo para que conduzcan a un mejor crecimiento.
