Finaliza un año en el que hemos vivido: alegrías, decepciones, dificultades, resistencia, aciertos, equivocaciones…pero especialmente he aprendido a ir descubriendo y comprendiendo a mi mono interior ( la mente ),
En la antigua China, se hablaba de las dificultades que teníamos las personas para controlar nuestra mente, una mente dispersa.A esta mente los chinos la llamaron: la mente del mono.
Si nos imaginamos a un mono dentro de nuestra mente, que va saltando de un lugar a otro; igual que nuestros pensamientos. ¿Cuántas noches hemos dormido mal, por darle vueltas a las cosas ?.
Nuestra mente tiene tendencia a dispersarse en situaciones pasadas y futuras y lo que necesitamos es observar el presente, apreciar lo actual.
Prestamos excesiva atención al pasado y al futuro, con la consiguiente pérdida de energía para el presente y hace que nuestras decisiones sean menos efectivas de lo deberían ser.
A partir de aquí, he decidido empezar a entrenar al mono que tenemos dentro. A veces los remedios rápidos son volátiles; necesitamos ser pacientes, perseverantes, disciplinados y persistentes.Todos cometemos errores en nuestros procesos de aprendizaje, no hay nadie perfecto.
Lo que nos lleva a la idea de que la productividad, cuando es realmente significativa, en muchas ocasiones no nace de intentar que todo vaya más deprisa, sino de dejar que las cosas se tomen el tiempo que necesitan, el tiempo inherente a un determinado proceso.
“El hombre que no cae es fuerte, pero es más fuerte el que cae y se levanta”.