Vemos equipos que están formados por buenos jugadores, con un nivel técnico y físico alto, pero cuando juegan el fin de semana, no desarrollan sus capacidades.
Creo que el baloncesto no es una sucesión de canastas, sino también intervienen la pasión y la sensibilidad de los jugadores.
Hay entrenadores con unas grandes capacidades técnicas, tácticas y estratégicas pero sus equipos no juegan un buen baloncesto, y la tendencia es hablar de la capacidad de los jugadores: no entienden el juego, no tiene actitud, falta de personalidad etc.
Cuando estudiaba BUP tuve un profesor que nos enseñaba latín, como podéis imaginar la gran mayoría de alumnos no estábamos por la labor.Él tuvo la capacidad de persuadirnos para que estuviéramos atentos en clase.La persuasión no consiste en que los demás hagan lo que yo quiero, sino en que quieran hacer lo que yo quiero que hagan, y lo consiguió.
Los antiguos romanos afirmaban que un buen líder tenía potestas ( poder de influencia ) y uno malo sólo auctoritas ( autoridad ); el profesor/educador consiguió influirnos para que le siguiéramos, porque la autoridad se puede imponer, pero la influencia siempre la otorgan los demás.
Tuvo la capacidad de que escucháramos activamente, creo que para influir en alguien, es necesario ver el mundo con los ojos de los otros, solo cuando los entrenadores sepamos lo que necesitan y desean nuestros jugadores, estaremos en posición para ejercer nuestra influencia.
Cada jugador actúa movido por valores, creencias y deseos diferentes.Identificarlos y utilizarlos en el proceso de persuasión es básico.Si queremos persuadir a nuestros jugadores, debemos apelar a sus emociones utilizando sus propios sentimientos.
Pero lo más esencial para persuadir es la credibilidad, ésta nos llevará a la influencia y compromiso.
” El ideal es liderar sin tener que dirigir.Dirigir es integrar estímulos y personas para conseguir un objetivo.Si margino gente de un equipo, se pierden notas y la melodía será peor “. Rip Keller
I’M AFRAID TO JUMP: JUMP !!!