La experiencia en todos los ámbitos de la vida, me dice, que trabajar de forma apresurada hará que cometamos más errores, que en ocasiones obligarán a volver atrás para corregirlos: no hay soluciones mágicas.
En todo proceso formativo de un entrenador y del jugador, requiere de desarrollar la perseverancia, la resilencia, la disciplina e ir paso a paso.
El camino individual se lo hace cada uno.Se construye a medida que se pone un pie delante del otro.
En un proceso constructivo, querer ir deprisa, la obtención inmediata de objetivos, normalmente lleva a la falta de calidad.
Estamos en una sociedad de la exigencia, de las resoluciones inmediatas, en conseguir las cosas, rápidamente: la sociedad de las soluciones mágicas.
Un entrenador, un jugador y una organización deben aceptar que las cosas necesitan el tiempo que necesitan, y que no llegarán antes trabajando más rápido.
Porque, no está en nuestras manos marcar el ritmo de la realidad tanto como creemos que necesitamos, dicho de otra manera: tener paciencia.
La paciencia es una gran virtud, diría más, es un talento.Una forma de procurarse cierto control sobre la realidad, de hacer el trabajo que importa, y especialmente de sentirse satisfecho con uno mismo.
En ocasiones, las recetas tradicionales tienden a convertirse en parte del problema más que en su solución.Pero en otras, lo tradicional es la solución.
Anhelamos algo más.Anhelamos encotrar formas de mejorar nuestros equipos.Pero, ¿ se trata de algo realmente posible o de una mera ilusión ?.
Satisfacción en el proceso, en lugar de solo sentirse realizado en un futuro, y preguntarnos que elegimos: paciencia o soluciones mágicas.