Los entrenadores debemos liderar la formación de un jugador, sin dejar de vivir de espaldas al crecimiento personal del jugador, tanto a nivel intelectual y ético, lo cual, tiene mucho que ver con educar.
El trabajo técnico/táctico individual y colectivo nos da unas herramientas muy potentes para poder inculcar la: voluntad, coraje, determinación, esfuerzo, sacrificio y constancia.Que son esenciales en el juego y en el día a día de cualquier persona, especialmente en momentos de adversidad.
Mediante la práctica y el entrenamiento diario podemos automatizar estos valores y los diferentes talentos que puedan tener los jugadores.
Debemos observar la realidad, no solo la nuestra.Recabar datos, analizar, y entonces, podremos formular juicios de valor sobre el trabajo que realiza el jugador.
Cuando lo que debiera ser consecuencia natural de un buen trabajo, se convierte en objetivo exclusivo y cortoplacista por parte del entrenador, el jugador se resiente y sufre.
Los clubes deben tener entrenadores que tengan el capital formativo como el activo más importante, ofreciendo a los jugadores un servicio basado en la: calidad, sensibilidad, solidaridad, ética, compromiso y honestidad en el trabajo.
Si las palabras grandielocuentes y la falta de la acción sobre lo que se dice sigue creciendo, por ese espacio se cuelan todos lo que no queremos inculcar, y por lo tanto, se convierten en dañinos para la salud de los clubes, equipos y jugadores.
El trabajo técnico/táctico individual tiene mucho que ver con educar, ayudando a que el jugador aprenda a tomar conciencia y responsabilidad, que son dos factores actitudinales muy importantes.
I’M AFRAID TO JUMP: JUMP !!!